Como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos, es precisamente como Jesús no quiere que nos dirijamos a ÉL.
La instrucción para orar no puede venir de un tercero, si se trata de hablar con Dios, quien mejor que Él para enseñarnos a hacerlo, esto lo entendieron perfectamente aquellos quienes caminaban con Jesús en la tierra Lucas 11:1 por eso le pidieron al Señor que nos dijera de qué manera nos escucharía, cuál sería la manera en que le gustaría que nos dirigiéramos a Él. Lucas hace énfasis en el modelo de oración, en el paso a paso que podríamos tomar para nuestra oración, sin embargo en el capítulo 6 de Pedro, Jesús fue un poco más claro en cuanto a nuestra disposición al momento de dirigirnos a ÉL y es por eso que vamos a iniciar por este punto. Si tu hijo(a), esposo(a), hermano(a) o compañero(a) de trabajo o estudio se acerca porque quiere pedirte algo pero de entrada llega con la actitud equivocada, o con el tono equivocado o en total desconocimiento de tu personalidad se dirige a ti de manera equivocada, posiblemente no accedas a su petición y quieras hacerlo esperar hasta que lo haga de manera correcta, por ejemplo cuando un hijo se acerca a su madre a pedirle algo y en su tono ella siente imposición, una orden o instrucción, inmediatamente se da vuelta y le dice… – ¿Cómo se dice? Esperando que él responda – por favor.
Entonces ¿cómo quiere Jesús que busquemos su presencia y favor?
Mateo 6:7
7 Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos.
Este versículo menciona dos palabras que nos dan mucha luz de cara a lo que Dios espera de nuestra oración, en primer lugar nos dice Y orando, no uséis vanas repeticiones, La palabra vanas, según el diccionario, hace referencia a algo que es: Falto de realidad, sustancia o entidad, hueco, vacío y falto de solidez, inútil, infructuoso… de manera que cuando repetimos una oración o rezo fácilmente caemos en pronunciar palabras sin sentido, sin propósito y que por lo tanto resultarán sin ningún fruto, muchas veces nos preguntamos por qué el señor no responde mis oraciones, puede que sea porque estamos orando de una manera vana e infructuosa ¿Qué sentirías si la persona que te quiere pedir un favor se acerca de la siguiente manera:
- Juan tu que eres una buena persona, y que siempre que te pido un favor lo haces, quiero pedirte que este muy atento cuando te necesite, no demores en responder pues si vengo a ti o te llamo es porque en realidad te necesito…
Si esta petición la hace esta persona el lunes en la mañana, una sola vez, puede que lo tengas presente, lo escuches en ese momento y con seguridad tengas una respuesta para él, ahora bien si esa misma petición con las mismas palabras se repite todos los días durante 60 días, en cuanto la persona diga Juan.. ya te perdió, ya sabes lo que va a decir, y ahora has perdido todo el interés en escucharlo. Pues bien eso mismo sucede con Dios, tan así es que se aseguró de que esta instrucción quedara en su palabra, por lo tanto deberíamos tenerla suuuper presente pues de no hacerlo seriamos como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos… y es aquí donde viene la segunda palabra importante en el versículo, gentiles, que en la palabra de Dios hace referencia a “gentes” es decir a los otros, personas que no hacen parte de nuestra familia, de nuestros círculos, de nuestra iglesia, de nuestro país, extranjeros, que tienen otras creencias, básicamente a otros, de hecho puede hacer referencia a nosotros mismos, cuando llegamos por primera vez a los pies del señor nos comportamos como gentiles, por nuestra crianza por nuestras tradiciones o por la razón que sea, pensamos que para dirigirnos a Él debemos hacerlo a través de rezos o Vanas repeticiones
En resumen, el primer paso es tener muy muy presente que cuando nos dirijamos a Él, lo hagamos con nuestras propias palabras, con todo lo que salga de nuestro corazón y no de nuestra mente, orar no es un acto de buena memoria si no de un corazón dispuesto.
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